miércoles, 21 de julio de 2010

Jóvenes, currículo y competencia literaria

Autor

López Bonilla, G.

Tinajero, G.

Pérez Fragoso, C.

Resumen

En este trabajo describimos el acceso a textos literarios y analizamos las prácticas de literacidad en un contexto y dominio particulares: las clases de literatura en el bachillerato. Partimos de una postura sociocultural para el estudio de los eventos y las prácticas de literacidad.

Introducción

La cultura escrita está presente en muchas de las actividades que los jóvenes realizan en la actualidad. Es un hecho que tienen ante sí la tarea de descifrar, interpretar y tomar una postura ante el torrente de mensajes que reciben por diversos medios (impresos, electrónicos), y en contextos distintos (el hogar, la escuela, el trabajo). No obstante, poco sabemos sobre lo que sucede en esta interacción continua y muchas veces silenciosa.

Por tanto, explorar las prácticas de lectura y escritura en la etapa de educación formal en la que los estudiantes transitan de la adolescencia a la juventud en su camino hacia la vida adulta.
Con el objeto de contribuir en esta línea, en este trabajo describimos el acceso a textos escritos en un contexto y dominio particulares: las clases de literatura. Resulta pertinente abordar esta área, porque a pesar de ser la lectura una competencia transversal en todos los dominios curriculares, es en la clase de literatura donde cobra mayor relevancia y se vuelve un dominio específico.

Hipótesis

Ante el papel primordial que ocupan los textos escritos en comunidades discursivas cada vez más complejas, los lectores deben hacer frente y transitar por nuevas prácticas de literacidad, acordes con las demandas de las nuevas tecnologías (Luke y Elkins, 2000; Gee, 2000).

Revisión

Hamilton (2000) distingue cuatro elementos básicos en los eventos de literacidad: a) los participantes, b) el contexto físico, c) los artefactos y d) las actividades. Mientras que las prácticas aluden a los elementos no visibles, tales como: los grupos sociales que producen y regulan los textos; el dominio en el cual se desarrolla el evento; las creencias, los valores, los conocimientos y los presupuestos de los sujetos; así como las rutinas que facilitan y regulan la actividad. La Tabla I, tomada de Hamilton, muestra las dos dimensiones de este proceso.

Tabla I. Elementos básicos de los eventos y las prácticas de literacidad

Es decir, en el salón de clase se deben promover actividades que permitan explorar los repertorios de lectura accesibles a determinados lectores (Green citado por Lankshear, 1997). Por ejemplo, actividades que permitan hacer vínculos intertextuales con temáticas similares (Hartman, 1994; Lankshear, 1997) o la deconstrucción de textos (Langer, 2001; Bean y Moni, 2003), pueden contribuir a que el estudiante aprenda a adoptar una postura crítica frente a lo que lee.
A pesar de la relevancia que estas investigaciones le otorgan a la enseñanza de la literatura en el bachillerato, llama la atención que en México, a diferencia del currículo básico del bachillerato en otros países, la clase de literatura no aparece en los todos los planes y programas de estudio, como es el caso de los bachilleratos tecnológicos; y en el caso del bachillerato general, se enseña únicamente durante dos semestres (tercero y cuarto).

Metodología

Siguiendo la propuesta de Hamilton (2000), la metodología comprende dos aspectos: por un lado, realizamos las observaciones en tres escenarios diferentes con el fin de identificar los cuatro elementos básicos de los eventos de literacidad; por el otro, tomamos como base la propuesta curricular en cada caso observado para explorar algunos de los aspectos no visibles que dan sentido al evento y que, en buena medida, predeterminan las actividades observadas: los objetivos, los contenidos y las estrategias propuestas.

Realizamos observaciones en tres escenarios diferentes: COBACH, BG y BI.
Todas las observaciones fueron videograbadas y transcritas en su totalidad. En el momento de la observación, se llenó un registro de todos los eventos de literacidad observados en la clase, identificando los cuatro elementos básicos: participantes, circunstancias físicas, artefactos (materiales) y actividades.
Ya que en dos escenarios (COBACH y BG) la propuesta curricular es similar, se describe únicamente un programa y se contrasta con la propuesta del BI. En los dos casos se describe el programa en general y se analiza la congruencia de la unidad curricular a la que pertenece la actividad observada. Esto permitió valorar la congruencia entre los elementos que constituyen el programa: el propósito general, el objetivo de la asignatura, los objetivos temáticos, la organización de los contenidos, las estrategias sugeridas y la evaluación del aprendizaje (Coll, 1992).

Resultados

Literatura I: Bachillerato General

El plan de estudios del Bachillerato General (BG) está vigente desde 2004 y se compone de 31 asignaturas distribuidas a lo largo de seis semestres. En tercer semestre inicia la formación para el trabajo, que abarca cuatro semestres, y en el quinto y sexto se ofrece, además del tronco básico, formación propedéutica. La materia de Literatura pertenece al campo de conocimiento de Lenguaje y Comunicación y está integrada por Literatura I y II. La primera se ubica en el tercer semestre y la segunda en el cuarto

Literatura I (BI)El Bachillerato Internacional (BI)

Es un programa académico riguroso que se ofrece en cerca de 2000 escuelas distribuidas en 124 países. Sus metas incluyen el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico para estudiantes de diferentes culturas, contexto y grupos sociales (Nugent y Karnes, 2002). Aunque inicialmente fue concebido como una forma de ofrecer un currículo común para la comunidad internacional en tránsito, ha llamado la atención en varios países por su rigor académico, su programa curricular, sus altos estándares y el extenso proceso de evaluación a que son sometidos sus egresados. Los logros académicos de los estudiantes que cursan el BI han sido documentados en Estados Unidos, a través de estudios que analizan sus puntajes en los exámenes nacionales y su rendimiento en el nivel superior (Moydell, Bridges, Sánchez y Awad, 1991).

Realizamos observaciones en tres escenarios: la clase de literatura en un Colegio de Bachilleres (COBACH), un bachillerato general (BG) y un bachillerato internacional (BI).
En todos los casos observamos la clase de Literatura I que se imparte a los alumnos de tercer semestre, cuyas edades oscilan entre los 15 y los 18 años. En los tres casos puede hablarse de una población de clase media urbana, pero es de notar que la composición y el tamaño de los grupos varía: el grupo del COBACH estaba compuesto de 43 estudiantes, distribuidos en 25 mujeres y 18 hombres; el grupo del BG era de 48 estudiantes, de los cuales 27 eran mujeres y 21 hombres; y el grupo de BI era de 20 estudiantes, entre los cuales 14 eran mujeres y 7 hombres.
En dos casos el tema estudiado fue el género cuento. En el primer caso se ilustró con el comentario de un texto de Edgar Allan Poe; mientras que en el segundo se trataron dos cuentos: uno de Poe y otro de Rojas González. En el tercer escenario se comentó una novela como parte de las obras de literatura universal correspondientes a este nivel.
La Tabla II muestra los eventos de literacidad dominantes en cada escenario:

La actividad duró 20 minutos, tras los cuales la maestra proporcionó algunos detalles de la biografía de Poe y comentó brevemente el argumento de otro cuento de este mismo autor. La actividad terminó con el dictado del temario para el examen de ese tema, el cual incluyó los siguientes subtemas: definición y características del cuento; origen y evolución del cuento; antecedentes del cuento latinoamericano del siglo XX, y biografías de algunos autores. La duración total de la clase fue de 45 minutos.
Por otro lado, la tarea asignada para la evaluación del tema permite ver que esta pobre competencia literaria, definida como tal por las rutinas y ritos de ejecución observados, se complementa con la memorización de información factual sobre el género y el período estudiado (definiciones, fechas, datos), lo cual resulta congruente con la prueba objetiva que se solicita en el programa de la materia.



Tabla II. Eventos dominantes en cada grupo

Discusión

Los eventos observados en cada escenario permiten inferir ciertos aspectos particulares de las prácticas en las que se inscriben. En el primer escenario la pregunta que parece orientar las participaciones de la maestra y los alumnos es: ¿qué debemos saber del texto literario? La respuesta a esta pregunta, a partir de los eventos observados, alude a significados literales del texto literario: los nombres de los personajes, la secuencia de los eventos, el desenlace. Tanto la maestra, como los estudiantes, parecen entender el lenguaje literario como lenguaje unívoco.
No hay evidencia de que, inclusive en este nivel, los estudiantes sean lectores autónomos. El acceso a los textos es restringido y limitado, y mediado por la autoridad del maestro.
En el segundo escenario parece imperar la interrogante: ¿qué debemos aprender de los textos literarios? En este caso las participaciones rescatan los aspectos formales del texto, el significado de ciertas figuras retóricas y la lectura entre líneas de algunos aspectos ideológicos. Los alumnos dependen de la guía autorizada de la maestra para realizar estas tareas. El acceso a los textos literarios indica una mayor apertura, pero es mediada por la autoridad y experiencia del maestro.
El último escenario se construye como un espacio para la negociación de múltiples lecturas (y lectores). Tanto maestro como estudiantes parecen responder a la pregunta: ¿qué puedo hacer frente al texto literario? En la negociación, todos los participantes se sitúan como fuentes válidas de conocimiento. El acceso al texto literario se da por diferentes vías, en las cuales el maestro es una más entre muchas.
Haber observado una misma actividad curricular (la interacción con textos representativos del género cuento) en dos contextos diferentes permite diferenciar la adaptación que hacen los maestros del currículo con sus matices e interpretaciones. Así, la cultura escolar observada en estos tres escenarios establece y construye competencias literarias dispares:
En el primer caso, la lectura es entendida como el desciframiento superficial de un discurso unívoco, mediante el cual el estudiante deviene en lector pasivo y dependiente de la reconstrucción ajena, encarnada en la autoridad del maestro.
Las fuentes válidas de conocimiento son principalmente el maestro y, en menor medida, el texto; las participaciones de los estudiantes funcionan como un control de lectura para evaluar la actividad. No es evidente la formación de lectores autónomos y mucho menos críticos. Sin embargo, estas actividades son en gran medida congruentes con las estrategias de enseñanza propuestas para esta unidad en el programa correspondiente.
En el segundo escenario la competencia literaria se construye en tres niveles: como la identificación de ciertos aspectos estructurales del relato, como la relación entre vida y obra del autor, y como comentario de la ideología del texto a partir del tratamiento de temas específicos. A pesar de formular las preguntas aludiendo a lecturas particulares y de abordar aspectos importantes de los textos literarios, la estructura rígida del discurso, así como el tiempo destinado a cada texto no permitió profundizar en los aspectos comentados ni dio pie a participaciones más ricas por parte de los estudiantes, lo que privilegió la lectura de la maestra como la única interpretación válida. De nueva cuenta, saltan a la vista las limitaciones de contar con pocas horas-clase frente a grupos numerosos, así como abarcar superficialmente los contenidos propuestos en el programa.
La cultura escolar descrita en estos dos contextos dista mucho del tercer escenario. En éste son los estudiantes quienes estructuran mayormente el discurso en el aula, un discurso que proyecta, en cierta medida, la polifonía y dialogismo del texto literario.
En este contexto, los estudiantes se construyen como lectores a partir de su capacidad de interpelarse unos a otros y al texto mismo, con lo cual se constituyen como una de las fuentes legítimas del conocimiento.
Vale la pena cuestionar si estos hallazgos son el resultado del enfoque prescriptivo que todavía parece predominar en la enseñanza de la literatura en México. De ser así, la experiencia de una práctica como la aquí descrita puede ofrecer varias pistas para incidir positivamente en la formación lectora de los estudiantes.

Referencias

López Bonilla, G., Tinajero, G. y Pérez Fragoso, C. (2006). Jóvenes, currículo y competencia literaria. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 8 (2). Consultado el día de mes de año en: http://redie.uabc.mx/vol8no2/contenido-bonilla.html

Tabla I.






Tabla II.

La evaluación del profesorado universitario en España

Autor

Francisco Javier Tejedor Tejedor

Jesús Miguel Jornet Meliá


Resumen

a) unas reflexiones acerca de la evaluación de la docencia, para delimitar la posición de los autores, dado que ésta condiciona indudablemente cualquier revisión;
b) una breve reseña histórica de la evaluación de los docentes universitarios en España en los últimos años, desde la aprobación de la Constitución Española de 1978;
c) una tipología de planes de evaluación, para definir un mapa acerca de las líneas de los planes evaluación que se aplican en España;
d) las pautas técnicas para evaluar al profesorado y la presentación del modelo actual, ejemplificado en virtud de su aplicación en la universidad de Salamanca; y
e) A modo de conclusión, unas reflexiones acerca de las consecuencias de la evaluación y su vinculación con la profesionalización de los docentes universitarios.
Introducción
La evaluación, en general, y la del profesorado universitario en particular, se manifiesta y se vincula cada vez con mayor frecuencia, con procesos de democratización de las sociedades y de mejora e innovación de la función docente.
En 2008, es difícil pensar en una universidad española, pública o privada, que no esté sujeta a fuertes controles democráticos.
En este proceso, la evaluación de las instituciones y del profesorado es fundamental, y se ha basado en cambios muy profundos en la legislación que ordena la vida universitaria.
No obstante, la evaluación, al igual que cualquier proceso que implique toma de decisiones, por ejemplo la justicia, está impregnada de ideología e influenciada por las decisiones administrativas y las orientaciones de carácter político.



Hipotésis

El presente artículo pretende hacer una breve revisión acerca de la evaluación del desempeño del profesorado universitario en la España democrática.
Revisión
No es de extrañar, por tanto, que la evaluación del profesorado sea todavía un problema con importantes limitaciones, tanto teóricas (diversidad de finalidades y carencia de un modelo de profesor ideal) como prácticas.
Lo que se tiene claro, respecto a la evaluación es que:
• Se intenta conseguir una utilidad efectiva del proceso como recurso de promoción y perfeccionamiento docente.
• Se trata de un proceso que debe orientarse a la estimación del nivel de calidad de la enseñanza y de la institución (Mobilia y García-Valcárcel, 1997; López Mojarro, 1999).
• Permite investigar sobre el proceso enseñanza-aprendizaje.
• En el plano estrictamente docente, aunque no hay recetas universales, se sabe que hay comportamientos docentes que ayudan más que otros a conseguir los objetivos propuestos.

La evaluación del desempeño docente del profesorado universitario1 es un fenómeno complejo, que requiere estrategias diversas, integradas en un programa de evaluación amplio que incluya necesariamente, referencias a diversos elementos de la institución universitaria: programas docentes, recursos, capacitación de los estudiantes, potencial investigador, etc.
Consideramos que el modelo global de evaluación del subsistema profesorado tendrá que estar relacionado, cuando menos, con los siguientes aspectos y fuentes de información:

a. Evaluación de la actividad instructiva (aula y tutorías). Autoinforme del profesor, opinión de las autoridades académicas del centro y opinión de los alumnos.
b. Evaluación de la actividad investigadora, a partir de indicadores relacionados con la calidad, la cantidad y la utilidad social y académica (incorporación de los resultados de investigación y de las aportaciones metodológicas a la actividad instructiva).
c. Evaluación de la actividad departamental.
d. Evaluación, con carácter complementario, de la actividad relacionada con la prestación de servicios a la comunidad (universitaria, profesional y social).
e. Evaluación de las condiciones de trabajo del profesor.
f. Para obtener una valoración realista, sin sesgo, deberán considerarse las condiciones académicas, personales e institucionales en las que se desarrolla el trabajo del profesor evaluado.
g. Esto incluye su status profesional, organización académica, disponibilidad de recursos para docencia e investigación, programas de formación docente de la institución y características de los alumnos, con el fin de contextualizar ampliamente el proceso de evaluación del profesorado en sentido amplio.
En la práctica evaluativa existen dos modalidades básicas:
formativa, de ayuda para el desarrollo profesional del docente y sumativa, con carácter de acreditación o promoción profesional personal.

Metodología

En la actualidad, a partir de los puestos en marcha en España, se pueden identificar los siguientes tipos de planes de evaluación:
1. Respecto a la evaluación de organizaciones:
o Tipología E. Realizada a nivel nacional como autonómica, orientadas a la planificación y organización, y en casos particulares, a la financiación.
o Tipología J. Relativa a las evaluaciones institucionales, cuyo programa está en revisión (ANECA).
o Tipología K. Relativa a la verificación y acreditación de titulaciones y seguimiento de las mismas (ANECA).
2. En cuanto a la evaluación del desempeño del profesorado:
o Tipología D. Corresponde a la evaluación de la calidad de la investigación realizada por cada profesor universitario. La lleva a cabo la Comisión Nacional de Evaluación. A esta tipología pertenecen las evaluaciones de acreditación para el acceso y promoción de profesores realizadas por la ANECA.
Tipología H. Se refiere a los planes de evaluación de la calidad de la docencia de cada profesor.
La llevan a cabo las universidades para otorgar los Quinquenios, y está en proceso de adecuación en cada institución para ajustarse al modelo DOCENTIA de la ANECA, como requerimiento para la acreditación de titulaciones.
La creación de la Agencia Nacional para la Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA) constituye un cambio profundo en buena parte de los usos evaluativos de las universidades y de su personal. ANECA es una fundación estatal creada en 2002, como resultado de lo establecido en la Ley Orgánica de Universidades (LOU).

Su misión es contribuir a la mejora de la calidad del sistema de educación superior, mediante la evaluación, certificación y acreditación de enseñanzas, profesorado e instituciones.9 En su página Web (www.aneca.es) se señalan sus funciones:
• Potenciar la mejora de la actividad docente, investigadora y de gestión de las universidades.
• Contribuir a la medición del rendimiento de la educación superior, conforme a procedimientos objetivos y procesos transparentes.
• Proporcionar a las administraciones públicas información adecuada para la toma de decisiones.
• Informar a la sociedad sobre el cumplimiento de objetivos en las actividades de las universidades.

Resultados

El propósito de la evaluación es generar una valoración global de la actividad docente del profesorado en un periodo de 4 cursos. Los resultados podrán colocarse en tres niveles:
Positiva. Deberán superarse los cuatro requisitos siguientes, sin que ninguno de ellos pueda suplir la deficiencia de otro:
• Mínimo de 40 puntos en total.
• Haber completado todos los apartados del autoanálisis de la práctica docente y no puntuar por debajo de 3 en ninguno de ellos.
• Puntuar a partir de 3 en todos los apartados valorados a través de los informes de los responsables académicos, y puntuar a partir de 4 en el apartado 2.1 Consecución del encargo docente.
• Puntuar por encima de 9 en los aspectos valorados a través de las encuestas realizadas a los alumnos.
Excelente. Será necesario superar los requisitos de la evaluación positiva y obtener un mínimo de 70 puntos en total, con un mínimo de 15 puntos en la dimensión Mejora e innovación.
No positiva. Se obtiene si no se supera alguno de los requisitos necesarios para obtener una evaluación positiva.
Conclusiones
Tradicionalmente, la universidad prepara a sus profesores para la función científico-investigadora y descuida la formación para el desarrollo docente. Perry (1992) lo atribuye a dos razones:
La consideración de que la enseñanza es un arte que implica la predeterminación de las cualidades que posibilitan la competencia profesional; por tanto, se otorga un valor escaso o nulo a los programas formativos.
La creencia de que la habilidad para enseñar está asociada al dominio de la materia.
En términos generales, la mayoría de los programas de formación de profesores noveles universitarios incluyen los siguientes objetivos (Perales, Sánchez y Chiva, 2002):
• Mejorar la actuación docente.
• Aumentar las posibilidades de permanencia de los profesores principiantes durante los años de inicio.
• Promover el bienestar personal y profesional de los profesores noveles.
• Satisfacer los requisitos formales relacionados con la iniciación y la certificación.
• Transmitir la cultura del sistema a los profesores principiantes.
Es posible afirmar que la consecución del objetivo básico del proceso de evaluación del profesorado (estimación del nivel de calidad de la enseñanza a fin de contribuir progresivamente a su mejora), implica en realidad un doble reto:
En primer lugar, obtener información objetiva, fiable y válida del quehacer docente del profesor, por lo cual es necesario diseñar adecuadamente instrumentos, ampliar las fuentes informativas, contextualizar los resultados en relación con variables intervinientes, etc.

En segundo lugar, utilizar dichos resultados para el diseño de estrategias de formación del profesorado. Las propuestas formativas que se formulen deben surgir a partir de la consideración de las siguientes finalidades como inseparables del proceso de evaluación del profesorado:
• Mejora de la calidad de la enseñanza y del aprendizaje.
• Revisión de la actuación del profesor para detectar habilidades y deficiencias que ayuden a planificar actividades formativas.
• Desarrollo profesional del docente, para otorgarle capacidad de respuesta a las demandas cambiantes.
• He aquí, precisamente, dos de las principales consecuencias que en la actividad docente de la universidad pueden darse si se lleva a cabo un proceso de evaluación como el sugerido en este texto:
• a) La evaluación como estímulo de los necesarios procesos de innovación

metodológica en las prácticas docentes universitarias, siempre que por innovación se entiendan modificaciones a pequeña escala, cambios cualitativos en las prácticas educativas, procesos de mejoramiento mensurable, deliberado, duradero. Dado que la innovación se relaciona con el cambio, hace referencia a un proceso, intenta mejorar la práctica, exige componentes integrados de pensamiento y acción (si se prefiere, de investigación y acción), pensamos que está muy vinculada con los procesos de evaluación formativa.
• b) La evaluación como análisis de la práctica y su potencial como estrategia de investigación educativa útil. ¿Es posible pensar que la investigación sobre la enseñanza universitaria es útil? La respuesta es compleja. En numerosas ocasiones se han puesto de manifiesto las limitaciones que concurren en la investigación educativa para proyectar los resultados a la práctica cotidiana. No obstante, la evaluación y la investigación evaluativa como elementos de acercamiento a la práctica cotidiana, pueden constituir un elemento importante para aportar referencias para la investigación y orientar el aprovechamiento de sus resultados.

Referencias

Tejedor, F. J. y Jornet, J. M. (2008). La evaluación del profesorado universitario en España. Revista Electrónica de Investigación Educativa, Especial. Consultado el día de mes de año, en: http://redie.uabc.mx/NumEsp1/contenido-tejedorjornet.html

Los cuestionarios de opinión del estudiante sobre el desempeño docente.

Una estrategia institucional para la evaluacion de la enseñanza en Medicina

Autores

Adrián Martínez González


Melchor Sánchez Mendiola

Jorge Martínez Stack



Resumen
Como una forma de mostrar la utilidad del empleo de cuestionarios para evaluar el desempeño docente mediante la opinión de los estudiantes en diversos aspectos de la evaluación institucional, este artículo presenta los resultados de la aplicación del Cuestionario de Opinión del Estudiante sobre la Docencia (COED) en las materias de 1º y 2º año impartidas durante el ciclo académico 2007-2008, en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Se analizó un total de 20,136 cuestionarios con los que fueron evaluadas 919 unidades docente/grupo.
Las actividades docentes son mejor evaluadas en las materias del segundo año.
En general, las dimensiones “Actitud hacia los estudiantes”, “Puntualidad” y “Cumplimiento con los aspectos administrativos de los cursos” (gestión) son las mejor valoradas, mientras que las de “Métodos docentes” y “Empleo de otros materiales y actividades de apoyo” requieren mejorarse.
Los resultados muestran que este tipo de cuestionario, además de ofrecer retroalimentación a la actuación docente individual, permite la comparación del desempeño docente por materias y niveles, así como fundamentar propuestas para su investigación y mejoramiento.
En este sentido, debe formar parte de los instrumentos de todo programa de evaluación institucional.
Introducción






El médico es un profesional comprometido con la preservación, el mejoramiento y restablecimiento de la salud del ser humano. Sus acciones se fundamentan en el conocimiento científico de los procesos biológicos, psicológicos y sociales. Su ejercicio profesional se orienta primordialmente a la práctica clínica, que debe ejercer con conocimiento, diligencia, humanismo, prudencia y juicio crítico, guiándose por un código ético que considere la vida humana como valor supremo.


En el proceso requerido para la formación este profesional entran en juego muchos factores. Entre ellos, el factor docente tiene un papel primordial. Su desempeño, de naturaleza compleja y multidimensional que incluye no sólo la provisión de información sino, además, la asesoría; ser facilitador del aprendizaje, creador de recursos, evaluador y modelo de comportamiento ético y profesional, entre otras actividades y funciones. Todo ello incide de manera fundamental en la calidad del futuro egresado.
Estos instrumentos, genéricamente referidos como cuestionarios de evaluación de la docencia por los alumnos (CEDA), buscan obtener evidencia basada en los juicios de los alumnos acerca de la efectividad docente; y se han convertido en una de las estrategias internacionalmente más investigada y empleada en este campo (Lancaster, Ross y Smith, 1988; Luna y Torquemada, 2008).Existe amplia evidencia de que los resultados de los cuestionarios tipo CEDA, bajo condiciones apropiadas de elaboración y aplicación, tienen muchas ventajas.
Son confiables, responden más al desempeño del docente que a las características del curso que se enseña, guardan una buena relación con una diversidad de indicadores de la enseñanza efectiva, de manera general, no se ven afectados por variables que pudieran limitar su validez (las calificaciones que se obtienen, el tamaño de la clase, la carga del trabajo, el interés previo sobre la materia) y, cuando se les acompaña de medidas adecuadas, son útiles para mejorar la calidad de la enseñanza (Marsh, 1987; Marsh y Roche, 1997) gracias a su valor en la reinformación (Slotnick, Rusell y Durkovich,1975; Fallon, Croen y Shelov,1987; Mullan, Wolf y Ertel,1989; Greenwald, 1997).







Hipótesis
Estos instrumentos, genéricamente referidos como cuestionarios de evaluación de la docencia por los alumnos (CEDA), buscan obtener evidencia basada en los juicios de los alumnos acerca de la efectividad docente; y se han convertido en una de las estrategias internacionalmente más investigada y empleada en este campo (Lancaster, Ross y Smith, 1988; Luna y Torquemada, 2008).






Revisión
En el actual contexto de la educación superior, donde la búsqueda de indicadores de desempeño es una tarea prioritaria para valorar la calidad de las instituciones y el logro de las metas de programas de desarrollo, contar con instrumentos válidos y confiables que ofrezcan información útil para el seguimiento y evaluación de programas, así como la identificación de áreas de oportunidad es de gran importancia estratégica.







Metodología
En este estudio, observacional, transversal y comparativo (Villegas, Pérez, Sosa, Soriano, Jiménez y González, 2005) se presentan los resultados obtenidos con la aplicación del COED en las materias de 1º y 2º año del actual currículum de la Facultad de Medicina que se impartieron durante el año académico 2007-2008.
En total se evaluaron 919 unidades docente/grupo y 20,136 cuestionarios en los que los estudiantes emitieron su opinión sobre el desempeño docente de sus profesores.El instrumento, compuesto por 36 reactivos para los cursos de teoría y de 41 para los cursos de prácticas, requiere que los estudiantes emitan su opinión sobre el desempeño de sus profesores en ocho dimensiones básicas propias del quehacer docente frente a un grupo y en una más para la evaluación específica de los cursos de prácticas o laboratorios:
1) Puntualidad y asistencia;
2) Cumplimiento con el programa académico;
3) Metodología docente;
4) Empleo de materiales de apoyo;
5) Actitud hacia los estudiantes;
6) Evaluación de los aprendizajes;
7) Aplicaciones;
8) Satisfacción
y 9) Actividades prácticas
(para la valoración de los docentes en los cursos de prácticas, ya sea de laboratorio o las realizadas en escenarios comunitarios). Además, en los reportes individuales que al término del ciclo escolar se entregaron a cada docente evaluado, se incluyó una dimensión más que representa el promedio global obtenido en las ocho primeras dimensiones básicas.Resultados






En la Tabla I se muestran para cada año académico las materias en las que el COED fue aplicado.
De igual forma se muestra, por materia, el número de unidades docente/grupo evaluadas y el de cuestionarios en los que los estudiantes emitieron su opinión.
Para las materias que se imparten en el primer año de la carrera se aplicaron y analizaron 8,744 cuestionarios para un total de 402 unidades docente/grupo.
Para las materias del segundo año se aplicaron y analizaron 11,392 cuestionarios y se obtuvieron resultados para un total de 517 unidades docente/grupo.







Tabla I. Número de unidades docente/grupo y cuestionariosempleados en cada una de las asignaturas de los dosprimeros años en los que se aplicó el COEDdurante el ciclo escolar 2007-2008









Tabla II. Resultados promedio (media aritmética y desviación estándar) obtenidos en cada una de las dimensiones del COED por el conjunto de 11 asignaturas según el año académico en que se imparten
Destaca el hecho de que en ninguna de las dimensiones se obtiene en este promedio global una calificación superior a 4.5,
con excepción de puntualidad y asistencia en segundo año.
En el actual contexto de la educación superior, donde la búsqueda de indicadores de desempeño es una tarea prioritaria para valorar la calidad de las instituciones y el logro de las metas de programas de desarrollo, contar con instrumentos válidos y confiables que ofrezcan información útil para el seguimiento y evaluación de programas, así como la identificación de áreas de oportunidad es de gran importancia estratégica.






Discusión



Los resultados obtenidos con la aplicación de cuestionarios tipo CEDA pueden emplearse para elaborar diferentes comparaciones y reportes institucionales evaluativos sobre el estado que, desde la perspectiva del estudiante –su destinatario principal– guardan las actividades de docencia. Esto permite contar con una fuente de información útil para identificar los puntos fuertes y aquellas áreas de oportunidad que existen, e incidir en el logro de un mejoramiento continuo de las actividades docentes.Por ejemplo, los resultados obtenidos con la aplicación del COED, y de los cuales se presentó una parte, muestran que la Facultad de Medicina de la UNAM posee una planta docente que, en general y de acuerdo con la opinión de sus estudiantes, exhibe un desempeño adecuado. Sin embargo, los resultados hacen evidente también la necesidad de realizar programas de intervención institucionales, particularmente en lo que se refiere a las dimensiones de “Métodos docentes” y “Actividades y materiales de apoyo”.





Referencias
Martínez, A., Sánchez, M. y Martínez, J. (2010). Los cuestionarios de opinión del estudiante sobre el desempeño docente. Una estrategia institucional para la evaluación de la enseñanza en Medicina. Revista Electrónica de Investigación Educativa, 12 (1). Consultado el día de mes de año en: http://redie.uabc.mx/vol12no1/contenido-mtnzschez.html













Tabla I

































































































Tabla II